
- No te vayas - dijo ella.- No puedo quedarme - respondió él con pesadez - Ojalá pudiera... -- Quédate - Insistió. Una lágrima se escapó silenciosa... alzó la mirada y extendió una mano hacia él. - Llévame contigo. - dijo casi como si fuese una súplica.- Sabes que tampoco puedo hacerlo.- Lo vió agachar la cabeza, escondiendo su expresión. Lloraba, ella lo sabía, estaba segura. Después de todo, ¿Quién lo conocía mejor que ella?- Me dueles tanto, no sabes cuánto... pero tengo que soltarte.- ¿Que haré sola? ¿que hago sin tí? - los ojos le ardían.- Seguir adelante, seguir viviendo. - dijo él.- No puedo hacerlo.-- Tienes que hacerlo. Me lo debes, te lo debes a ti misma. - sus voces apenas eran audibles. Se quedaron callados una vez más.Ella cerró los ojos sintiendo el corazón desbocado. Sabía que no lo volvería a ver. Enfocó sus cinco sentidos a sentirlo, a grabar en su memoria su aroma, su voz, su tacto. Él se inclinó y le besó un hombro y después la frente, se recostó sobre ella delicadamente, cerca de su oído y le susurró: 'Siempre fuiste todo lo que quise, todo lo que soñé. Siempre. Te di todo lo que tenía dentro, puse mi corazón en tus manos hasta sentir que no podría vivir sin tí y dejé que tu hicieras lo mismo. Fuiste el amor de mi vida. Lloré contigo, reí contigo... jamás te abandoné, y jamás lo haré. Siempre me tendrás aunque no pueda tocarte, aunque no puedas escucharme, aunque no podamos sentirnos. Siempre estaré. Siempre.
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