jueves, 16 de octubre de 2008


Un Dios triste y aburrido nos castigo por trepar juntos al árbol y atracarnos con la flor de la pasión por probar aquel sabor. El agua apaga el fuego y al ardor los años.Ni inocentes ni culpables corazones que destroza el temporal, carnes de cañón. No soy yo ni tú, ni nadie… son los dedos miserables que le dan cuerda a mi reloj.Y no hay lágrimas que valgan para volver a meternos en el coche donde aquella noche en pleno carnaval te empecé a desnudar.Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño. Y cada vez peor y cada vez más rotos, y cada vez más tú y cada vez más yo; sin rastro de nosotros

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